lunes, 01 de julio de 2024 02:36h.

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Alimentación segura e hidratación, las claves de un verano saludable.

En días de altas temperaturas es recomendable tomar más agua sin esperar a tener sed, priorizar el consumo de alimentos frescos, en particular verduras y frutas de todos los colores, ya que son ricas en agua, vitaminas y minerales y sirven para rehidratarse.

También es muy importante prestar atención a la higiene en el momento de manipular y lavar los alimentos para evitar todo tipo de contaminación, respetar la cadena de frío y evitar la exposición de los productos al calor. En verano aumentan las probabilidades de padecer deshidratación y especialmente los bebés, niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas son más propensos a sufrir intoxicaciones, diarreas y el síndrome urémico hemolítico.  

Los especialistas aconsejan realizar una alimentación balanceada y equilibrada durante todo el año, pero tener algunos cuidados especialmente durante la época estival. En este sentido, señalan que lo mejor es crear hábitos saludables

Además, durante los días de calor se aconseja no sobrecargar el trabajo digestivo con platos calientes, pesados e hipercalóricos típicos de la época invernal. Es recomendable evitar las grasas, y en lo posible elegir quesos y cortes magros de carne. Por otro lado, se aconseja que todos aquellos alimentos enlatados solo sean ingeridos eventualmente.

Sin embargo, los alimentos básicos como los cereales, lácteos, carnes y aceites no deben eliminarse de la dieta. Cada uno de ellos aporta un componente primordial para una buena nutrición, ya sea calcio, hierro o proteínas, y no se debe descuidar ningún aspecto.

Hidratación y deshidratación

Es recomendable tomar al menos 2 litros a lo largo del día en sus variantes de agua con o sin gas, jugos y licuados naturales de frutas o verduras. Hay que tener en cuenta que la sed se presenta cuando ya existe cierto grado de deshidratación, por lo cual es indispensable anticiparse a la sensación de sed.

Ante las altas temperaturas, conviene reducir el consumos de bebidas alcohólicas y cafeína e infusiones y comidas muy calientes, debido a que suelen poseer alto contenido en sodio.

¿Qué es la deshidratación? Es la pérdida excesiva de líquidos del cuerpo que no son repuestos. Puede ser muy peligrosa si no es tratada a tiempo, ya que los órganos no pueden funcionar correctamente. La deshidratación grave es considerada una emergencia médica, que incluso puede llegar a ser mortal.

Enfermedades transmitidas por los alimentos

Las enfermedades de transmisión alimentaria (ETA) constituyen un importante problema de salud a nivel mundial. Son provocadas por el consumo de agua o alimentos contaminados con microorganismos o parásitos, o bien por las sustancias tóxicas que aquellos producen.

La preparación y manipulación de los alimentos son factores clave en el desarrollo de estas enfermedades, por lo que la actitud de los consumidores resulta muy importante para prevenirlas. De acuerdo con las estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación, prácticamente el 40% de los brotes de ETA reportados en la Argentina ocurren en el hogar

Estas enfermedades pueden ser intoxicaciones o infecciones:

  • Infección transmitida por alimentos: se produce por la ingestión de alimentos que contienen microorganismos vivos perjudiciales para la salud, como virus, bacterias y parásitos (ej.: salmonella, virus de la hepatitis A, triquinella spirallis).
  • Intoxicación causada por alimentos: se produce por la ingestión de toxinas o venenos que se encuentran presentes en el alimento ingerido, y que han sido producidas por hongos o bacterias, aunque éstos ya no se hallen en el alimento (ej.: toxina botulínica, enterotoxina de Staphylococcus).

Ola de calor: recomendaciones para hacer frente a las altas temperaturas.

El golpe de calorinsolación o hipertermia severa en su forma más grave se da en un contexto de una elevada temperatura ambiental, con o sin elevada humedad ambiental, y más si se produce durante varios días consecutivos: un período excesivamente cálido en el cual las temperaturas máximas y mínimas superan, por lo menos durante 3 días consecutivos y en forma simultánea, ciertos valores que dependen de cada localidad

El Ministerio de Salud de la Nación recomienda especial cuidado con personas mayores, bebés, niños y niñas, personas embarazadas y en lactancia, personas con alguna enfermedad crónica o con sobrepeso, personas expuestas al calor en su ambiente laboral, quienes viven en situación de calle, y aquellas personas que consideren que pueden estar más expuestas por el impacto de la ola de calor. En todos estos casos, es recomendable tomar  algunas precauciones.

Normalmente, la temperatura corporal se mantiene en un rango estrecho, entre 36 y 37,5 grados, gracias a la termorregulación. Y cuando la temperatura ambiental supera a la del cuerpo, éste puede perder la capacidad de eliminar el calor, tanto el que genera el metabolismo como el absorbido del ambiente.

Los síntomas

Especialistas del Hospital de Clínicas “José de San Martín” de la Ciudad de Buenos Aires explican que, ante un golpe de calor, se eleva la temperatura corporal hasta valores por encima de los 40,5 grados y se pueden presentar síntomas neurológicos, como dolor de cabeza, náuseas, vómitos, sensación de desvanecimiento, agotamiento, cansancio, debilidad, alteraciones del nivel de conciencia, confusión, agitación, letargo, convulsiones, síncope e incluso coma. 

Además, puede aumentar la frecuencia cardíaca, con palpitaciones, y la frecuencia respiratoria, al tiempo que baja la tensión arterial. También puede presentarse sensación de falta de aire por edema pulmonar. A su vez, la boca se vuelve seca y pastosa, y la sed es intensa. 

Otros síntomas incluyen que la piel se ponga roja, caliente, inicialmente húmeda por la intensa sudoración, pero luego, por la importante pérdida de líquidos, esta se vuelve seca. Una vez que se presenta el golpe de calor, es un cuadro grave que requiere de atención médica urgente, con riesgo de vida y de secuelas.

¿Qué hacer para prevenir los efectos del calor?

  1. Beber abundante agua. La cantidad varía en relación a la edad, actividad y antecedentes médicos. A modo de orientación, se aconseja beber dos litros por día: dos vasos de agua al despertar, al menos ocho vasos durante el día y uno antes de acostarse. Procurar siempre consumir agua segura, evitar bebidas con alcohol, cafeína o azúcar en exceso, muy frías o muy calientes. Es importante hidratarse proactivamente sin  esperar a tener sed para beber líquidos.
  2. Evitar la comida en exceso. Reducir la ingesta de alimentos con alto contenido de grasa y/o de sodio, que generan más trabajo en el sistema digestivo. Se recomienda mantener una alimentación rica en frutas y verduras.
  3. Resguardarse del sol. No exponerse directamente al sol en las horas de mayor calor: de 10 a 17. Usar protector solar con un factor de protección, como mínimo, de 30.
  4. Vestir ropa liviana y clara. Evitar usar ropa oscura de nylon o poliéster. Caminar siempre por la sombra y usar sombrero o gorra puede ser también una opción frente al calor.
  5. Mantener los ambientes frescos. Ventilar la casa a primera hora de la mañana y de la noche, bajar las persianas en el momento de mucho sol, evitar encender luces, refrescar los suelos y tener plantas de interior.
  6. Reducir la actividad física en los horarios de mayor temperatura, tomar una adecuada cantidad de líquidos antes, durante y después del entrenamiento y siempre realizarlo en ambientes ventilados o espacios verdes con sombra natural. 
  7. No automedicarse. Ante cualquier duda, consultar al médico y/o dirigirse al servicio de emergencias.
  8. Evitar el aire acondicionado a muy baja temperatura. Reseca el aire y puede ocasionar problemas para la salud. La temperatura ideal de nuestro cuerpo debería mantenerse entre 24 y 28 grados, señalan los especialistas.
  9. No dejar a personas ni mascotas en vehículos estacionados y cerrados. Un coche cerrado, expuesto a la luz solar y en plena ola de calor puede ser “un verdadero horno”.

¿Qué hacer ante un golpe de calor?

Lo primero es contactarse con el sistema de salud. Mientras se espera, hay que bajar la temperatura corporal: poner a la persona en un lugar fresco, que puede ser una habitación o un auto con aire acondicionado, o colocarla frente a un ventilador, mojarle la piel con paños o agua fría, y retirar todas las prendas que se pueda. Se debe tratar de rehidratar a la persona, con líquidos fríos, en forma regular, hasta que llega el médico y se arriba al centro de salud.